Una historia del movimiento en las artes marciales japonesas (y II)
Entendiendo el uso del cuerpo en las AAMM orientales.

En una entrada anterior os trajimos la primera parte de un interesante ensayo sobre el movimiento en las artes marciales japonesas, en el cuál se mostraba cómo el gendai budo suele basarse en un uso del cuerpo muy diferente al koryu bujutsu.
En esta segunda entrada finalizamos este ensayo de Kazem Zoughari, en el cuál se realiza una introducción al tipo de movimiento presente en las tres corrientes en las que se insertan todas las escuelas de koryu bujutsu. Movimiento diferente al que asociamos como «normal», y que está en la base de habilidades marciales complejas, con o sin armas. Y que es, además, propia de las artes marciales asiáticas. Sin duda, muy interesante.
Las tres corrientes.
La creación de estas tres corrientes se remonta, sin duda, al período Muromachi (1333-1467). Nosotros los llamamos las tres corrientes en el origen del uso de la espada, Kenjutsu no sandai Genryu. Los nombres de estas tres escuelas son las siguientes: la Tenshin Shoden Katori Shinto Ryu, fundada por Iizasa Choisai Ienao (1387-1488), el Kage Ryu, fundada por Aisu Ikôsai (1452-1538), y el Nen ryu, fundada por Soma Shirô Yoshimoto (1350-?), más conocido bajo el nombre de Nenami Jion. A pesar del hecho de que estas tres corrientes son conocidas por su uso de la espada, las enseñanzas de la escuela se apoyan en una amplia gama de armas y técnicas de combate cuya matriz primaria sigue siendo el uso racional del cuerpo como un todo.

Todas las koryu pueden incluírse en alguna de las tres corrientes creadas alrededor del siglo XIV-XV.
El arte de ocultar la transferencia de peso corporal
- La búsqueda de una dinámica basada en el movimiento espontáneo, esforzándose por superar los punto muertos en el mismo.
- La búsqueda de técnicas que eliminen los movimientos preparatorios, que adviertan al adversario del inminente ataque.
- La búsqueda de una libertad cada vez mayor en el uso del cuerpo como un todo en la ejecución de técnicas.
La transferencia de peso corporal para dar un paso, en el movimiento diario, se produce de forma automática: El centro de gravedad se dirige hacia adelante, al mismo tiempo que nos impulsamos con nuestra pierna derecha, que permanece detrás de nosotros. En este tipo de movimiento se crea un impulso con las piernas contra el suelo para seguir adelante. Para esbozarlo de manera simple: la fuerza que crea el desplazamiento horizontal es la resultante de dos vectores; el empuje de la pierna contra el suelo y el peso del cuerpo. La dinámica es tal que, para producir un movimiento debemos ejercer una fuerza que va en contra de la de la gravedad.

El uso apropiado del cuerpo permite realizar técnicas poderosas incluso con una edad avanzada.
Este modelo, tan obvio como es, constituye en Japón y en otras partes la base de las habilidades físicas modernas y actúa como un modelo explicativo de las habilidades tradicionales, y de las diferencias en rendimiento e intensidad. Este tipo de desplazamiento está presente en todas las actividades deportivas como el kendo, judo, karate, aikido, jodo, etc. Sin embargo, el principio empleado en las escuelas clásicas, que es generalmente desconocido, es muy diferente. Este principio nos permite mejorar la velocidad de movimiento al mismo tiempo que oculta la transferencia de peso corporal y aumenta el poder de ejecución de la técnica. Para el observador, la aplicación de este principio queda enmascarado, ya sea por su lentitud o por la velocidad de vértigo, y la diferencia es difícil de explicar; pero una vez entendido, es fácil de expresar. En el instante del movimiento, en lugar de generar una fuerza contra el suelo, liberamos, quitamos cualquier tensión muscular de las piernas para permitir que nuestro peso corporal entre en juego y, al hacerlo, transforma la fuerza en un desplazamiento horizontal bajo el control del peso corporal. Se trata de volver a descubrir una sensación de gravedad como una fuerza ya existente que puede ser utilizada, y ya no se emplea el hábito habitual de luchar contra ella.
El empleo de este tipo de movimiento requiere, desde el principio, un conocimiento íntimo del cuerpo, ya que implica el uso de todo el cuerpo como una sola unidad con todo su potencial físico, y no sólo las caderas como es el caso en la mayoría de prácticas deportivas. Ya sea con un palo, lanza, espada o cuchillo, o incluso con las manos vacías, el principio de movimiento que le permite a uno eliminar la transferencia de peso corporal se asocia con los movimientos de rotación del cuerpo, cuyo eje principal es la línea central del cuerpo, seichusen, y el golpe o la técnica se caracteriza por una velocidad y fuerza increíbles. Sin ser físicamente agotador, el hundimiento [del conjunto del cuerpo] y el cambio de eje une las diferentes partes del cuerpo en un solo movimiento.

Esta manera de mover el cuerpo también puede encontrarse en las artes marciales chinas.
Este método de movimiento permite obtener velocidad física con poco esfuerzo muscular. Además, incluso una persona mayor puede desarrollar un movimiento muy rápido, potente y eficaz. Esto explicaría uno de los principales motivos de la retención de la eficacia en la práctica y la realización de técnicas de combate a una edad avanzada, que es ciertamente el caso de la gran mayoría de las artes marciales clásicas chinas y japonesas. Un gran número de aspectos de estas técnicas aún no se han explorado, lo que nos lleva a creer que la aplicación de este tipo de movimiento podría ser mucho mayor. La encontramos muy arraigada en la forma de sentarse, ponerse de pie, caminar, y en todo tipo de movimientos que tienen como principio fundamental el movimiento del cuerpo en todas sus dimensiones. Incluso podemos decir que se trata de un principio esencial que rige lo que llamaremos a falta de un término mejor, la «cultura de la tierra», de la cual la sociedad japonesa es el ejemplo más notable en Asia.
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