El método de aprendizaje del Aikido en Oriente y Occidente.

A continuación reproducimos, con permiso de su autor, un interesante artículo que reflexiona sobre los métodos de aprendizaje del Aikido en Oriente y Occidente, mostrando sus ventajas e inconvenientes a la hora de formar artistas marciales. El autor, Lewis Bernaldo de Quirós, sexto dan, vivió y entreno ocho años con Morihiro Saito, en su dojo de Iwama, y entrenó kyudo en Japón. Desde hace años se dedica a la enseñanza del Aikido de su maestro, como director técnico de la Takemusu Aikido Kyokai, en Holanda y España, e impartiendo numerosos seminarios por todo el continente. Actualmente vive y enseña en Motril.

Reflexiones en torno a los métodos de aprendizaje y enseñanza oriental y occidental en el Aikido.

En vista del inminente inicio de un nuevo Dojo en Motril (Takemusu Aikido Motril) el tema del aprendizaje y la enseñanza del Aikido está de máxima actualidad en este momento (sumado a todos los detalles que intervienen en la creación de un nuevo dojo). He hablado con varias personas de vez en cuando sobre mis propias experiencias como estudiante en Iwama, Japón y cómo los métodos de enseñanza de Saito Sensei (y los de otros maestros japoneses con los que he estudiado) difieren mucho de la manera en que yo, y otros profesores occidentales, enseñamos hoy en día. Es interesante tener en cuenta las diferencias esenciales, tanto con sus ventajas como con sus desventajas.

El método de aprendizaje oriental se basa en la experiencia directa del alumno, previa a la explicación conceptual. En la foto, Saito sensei ejecutando un kokyu nage en uno de sus alumnos.

El método de aprendizaje oriental se basa en la experiencia directa del alumno, previa a la explicación conceptual. En la foto, Saito sensei ejecutando un kokyu nage en uno de sus alumnos.

El método de aprendizaje tradicional japonés pone el reto del aprendizaje directamente en el estudiante. El maestro demuestra mínimamente y rara vez, o nunca, enseña los puntos clave. Se espera que el estudiante «robe la técnica» al ser capaz de percibir y «sentir» lo que el maestro está haciendo. Se espera que los estudiantes tengan «hambre» por el conocimiento y por lo tanto estén intrínsecamente motivados hacia el arte. La disciplina y la persistencia en la práctica regular son una obligación, ya que no hay atajos. El método occidental pone mucho más peso en el papel del profesor. No sólo debe ser un buen ejemplo de la técnica, sino que debe ser capaz de transmitir su didáctica de una manera tal que sea a la vez interesante y estimulante (y si también es además entretenida ¡aún mejor!). Los estudiantes todavía tienen que entrenar duro para hacerse con el arte, pero la orientación y puntos clave para la adquisición de habilidades se dan más abiertamente y de forma global por el maestro.

Las grandes ventajas del método de aprendizaje tradicional residen en que los estudiantes que están realmente motivados necesitan «aprender a cómo aprender» y deben convertirse en fuertemente autosuficientes. Se ha dicho que un arte marcial externo se puede aprender solamente de la observación, mientras un arte interno debe ser sentido desde adentro hacia afuera a través del contacto directo. El Aikido tiene tanto aspectos externos (forma) como aspectos internos (principios). Ambos deben ser integrados y trabajados. En el método tradicional, en el que el estudiante debe «robar» la técnica, son los aspectos internos aquellos con los que debe conectar en su maestro y por medio de una especie de «resonancia mutua» reconocer y desarrollar en sí mismo. Esto le empuja a desarrollar sus habilidades perceptivas y empáticas (entre otras), que son esenciales para la el desarrollo de una habilidad real.

La principal desventaja del método tradicional es su exclusividad. En Japón los dojos no están llenos de practicantes habilidosos, como la mayoría de los occidentales que nunca han estado allí imaginan. La mayoría están felizmente confusos y luchando con lo que el maestro está mostrando mientras que sólo unos pocos estudiantes avanzados están «en la misma cancha» que el profesor, por así decirlo. Por otra parte, en mi experiencia, la tasa de deserción en los dojos japoneses dónde se entrena de esta manera muy alta. Muchas personas para las que se podría decir que el Aikido tiene mucho que ofrecer, se pierden para el arte. Se trata de un sistema «elitista» para unos pocos »lobos hambrientos».

Una vez dicho lo anterior, debo señalar que Morihiro Saito Sensei era un profesor excepcional en todos los sentidos. En Iwama enseñaba de manera muy lógica de tal manera que el «sistema» era evidente (aunque en mi caso pasaron años antes de todo el conjunto llegase más o menos a aclararse). También era muy claro en su énfasis en los puntos clave en las técnicas. Sin embargo, no fue hasta que estuve en condiciones de tomar ukemi para él, y por lo tanto «sentir» la calidad de lo que estaba haciendo, que el aspecto interno de las técnicas comenzó a abrirse como una orientación clara para trabajar. Pero Sensei era claramente tradicional en su enseñanza hasta el punto de que si te enseñaba algo, pero no eras capaz de verlo o cogerlo,te dejaba en paz hasta que pudieses (si es que alguna vez lo hacías) captar el punto. Definitivamente el concepto de «lobo hambriento ‘en su sentido tradicional podría perfectamente aplicarse, al menos en lo que a él concernía.

Las ventajas del método de aprendizaje occidental, por otra parte, residen en un enfoque más sistemático y una mayor didáctica orientadas hacia el desarrollo de capacidades, tanto externas como internas. Veo el Aikido  como algo de lo que pueden beneficiarse en muchos niveles todos los que se sienten atraídos hacia él . Una enseñanza que es didácticamente diferenciada según el nivel de los alumnos, ya sean principiantes o más avanzados, es más accesible y fácil de implementar de manera natural, y muchos estudiantes que nunca serían capaces de entrenar en un Dojo siguiendo el método tradicional tienen la oportunidad de hacerlo cuando la enseñanza se lleva a cabo de esta manera.

El método occidental aporta un enfoque distinto, más conceptual y adaptado a la mentalidad de los alumnos.

El método occidental aporta un enfoque distinto, más conceptual y adaptado a la mentalidad de los alumnos.

En mi propia enseñanza trato de dar una comprensión del «sistema» (como lo aprendí de Sensei): las técnicas con sus niveles y la relación de apuntalamiento de los principios con la técnicas. Tener una visión general o la comprensión de la lógica del sistema y de su nivel ofrece a los estudiantes una mayor comprensión y orientación sobre donde están trabajando y para lo que trabajan, mientras entrenan técnicas y ejercicios específicos. Dado el paradigma de la mente occidental ‘escéptica’, la mayoría de los estudiantes sienten que necesitan saber el «qué» y «por qué» antes de que puedan entregarse más plenamente a la práctica. Las desventajas del método de aprendizaje occidental residen en que, dado que la enseñanza es más «abierta» y por lo tanto el estudiante está mucho más apoyado y orientado, puede llegar a ser menos autosuficiente y tal vez incluso a depender del maestro para su proceso de aprendizaje. Con demasiada facilidad aceptamos las explicaciones y respuestas dadas por otro sin profundizar en la materia por nosotros mismos, y llegar a una experiencia directa de lo que es y no es. Así, haciéndolo más «fácil», podemos en cierto sentido hacerlo más difícil para profundizar en la materia. Copiamos formas, pero fallamos a la hora de hacerlas realmente nuestras.

Un objetivo fundamental de las artes marciales tradicionales es no sólo producir expertos técnicamente eficaces, sino también individuos que son «libres» y capaces de «estar sobre sus propios pies». En las artes marciales japonesas tal persona se conocen como ‘Tatsujin’. El sistema tradicional es un camino confuso y a menudo solitario. Poco se explica y se da incluso menos ayuda y apoyo. El estudiante tiene que captar la materia por sí mismo. El énfasis en el método de aprendizaje tradicional se da primero en la experiencia, y después en el conocimiento (o para decirlo más precisamente, la «traducción conceptual con el propósito de de comunicación después de la experiencia directa»). En Occidente tiende a ser al revés: primeros los conceptos y a continuación (tal vez) la experiencia en el asunto. Y este es precisamente el problema con todas nuestras formas de educación, que están fuertemente conceptualizadas y son abstractas en su naturaleza: cómo experimentar más alla de la información. Saber mucho y ser capaz de hacer muchas cosas son diferentes en el Aikido. En Japón este problema es bien conocido y por lo tanto se hace un fuerte énfasis en el cultivo de la «mente de principiante» (shoshin) que está abierta a todas las posibilidades y que está cómoda con el «no conocimiento». Para la mayoría de los occidentales «no saber» no es un lugar donde estemos cómodos trabajando como punto de partida,  y nos gustaría, más bien, pasar rápidamente de ser principiantes a ser expertos.

Otro aspecto en todo este tema de los enfoques en Oriente y Occidente es la relación entre profesor y alumno. En el Japón, esta relación es completamente diferente de la forma en que vemos estas cosas en Occidente y es esencialmente mucho menos personal. Si la relación profesor-alumno se enreda personalmente con proyecciones excesivas, expectativas y demandas (de ambos lados) entonces el estudiante puede acabar atrapado como un «estudiante», mientras que el mismo profesor puede acabar  igualmente atrapado como un «maestro». Pero si el objetivo último del entrenamiento en una Vía como el Aikido es liberarse de las limitaciones de «uno mismo» (este es el «do» en aiki-do), entonces terminar identificándose con ser un «buen estudiante» o un «maestro altamente cualificado», no es el objetivo, y queda muy por debajo de las posibilidades reales del arte.

En el tiro con arco japonés (kyudo) este florecimiento del potencial de un arte marcial se expresa como «el universo hace el tiro». Esto significa que la plenitud del proceso de formación y su expresión en la acción van más allá de la persona. La persona es trascendida y en eso, y sólo en ese sentido, hay «libertad» y «plenitud». Nunca hay plenitud o libertad para la «persona» o constelación compleja de tendencias conceptuales y patrones de conciencia que se necesitan para ser lo que somos. Así que en la relación entre profesor y alumno lo ideal sería dar espacio al estudiante para crecer y encontrar su propio camino. Y a continuación, ir más allá. Como una vez escuché en alguna parte, «las únicas disciplinas que merece la pena estudiar son las que se trascienden a sí mismas «. El Aikido es en mi opinión tal disciplina

Una última palabra del gran poeta de haiku Basho que nos conmina a todos, profesores y estudiantes por igual:

No trates de seguir los pasos de los hombres de la Antigüedad.
Busca aquello que buscaban.

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