Los 10 mandamientos del Aikido
Según Marco Rubatto

Aprovechamos el final de las fechas navideñas para aligerar un poco el ánimo de nuestros lectores con un artículo original de Marco Rubatto acerca de las tablas de la ley del Aikido.
Por Marco Rubatto
1 — Amarás al Aikido sobre todas las cosas
O Sensei nunca imponía la exclusividad en la práctica del Aikido en contra de la práctica en combinación con otras disciplinas marciales. De hecho hubo un tiempo en que tener un grado alto en otras disciplinas era un requerimiento para ser admitido en su dojo.
Sin embargo nos gustaría decir que en algún momento necesitamos hacer una elección básica. Simplemente no hay tiempo en una vida para profundizar en las disciplinas paralelas al Aikido. El riesgo es entonces el de hacer muchas cosas mal, en lugar de centrarse en lo que es mejor de acuerdo a nuestras cualidades. Mucha gente hace mezclas increíbles ¡creyéndose virtuosos por ello!
2 — No tomarás el nombre de Ueshiba en vano
A pesar de que O Sensei está lejos de ser una deidad reflexionemos sobre el hecho de que a menudo hay gente que se esconde detrás de su nombre y dicen y hacen un sinnúmero de cosas no demasiado edificantes.
“El Aikido esto, el Aikido lo otro…”, pero pocos se dan cuenta de que esto no es tanto el nombre de una disciplina, sino que conlleva connotaciones atribuidas a una manera de ser y de interpretar la vida.
Los aikidoka quizás deberíamos hacer más caso a emplear apropiadamente el nombre de nuestra propia disciplina y el de su fundador: no se trata tanto de nombrar ciertos principios éticos universales sino de actuar de acuerdo a ellos.
3 — Santificarás las sesiones de entrenamiento
Es es no sólo el recordar acudir a ellas sino también el participar con el espíritu de participar entregándonos al estudio del Aikido. Entrenar sólo porque nos toca ese día nos sirve para poco. O para nada.
Cuando acudimos al entrenamiento, ya seamos estudiantes o maestros, no cambia nada: debemos acudir listos para exprimir al máximo el tiempo en que permanecemos en compañía de aquellos que comparten nuestra pasión por la disciplina… y esto a menudo se traduce como “la disponibilidad real para cuestionarnos nuestra práctica con el fin de aprender algo”.
4 — Honrarás a tu senpai y a tu kohai
Se hace mención aquí a un sistema de división social que aquí en Occidente está totalmente ausente.
Para los aikidoka es muy difícil hacer estas cosas bien por nuestros diferentes hábitos culturales: sin embargo, en algún momento, para que funcione el dojo, la escuela… se convierte en esencial que sepamos estar “en nuestro lugar”, es decir, de servir con respeto a los que han llegado después de nosotros y de respetar la sabiduría que han desarrollado los que nos han precedido en el camino.
5 — No harás daño
Hay personas que están dispuestos a hacer daño a su pareja con el fin de repetir exactamente el movimiento que mostró el profesor, pareciendo más molón / militar / tradicional… Estas personas no han entendido nada sobre lo que realmente es el Aikido ni sobre lo que aporta a sus practicantes.
Al trabajar con el cuerpo es ciertamente posible salir herido, pero una cosa es salir herido después de tomar todas las precauciones posibles para que esto no ocurra y otra es que nos lesionemos o lesionemos a alguien debido a la superficialidad de nuestro enfoque o a una simple distracción.
Podemos herirnos de muchas maneras pero en el Aikido debemos simplemente tratar de “no hacernos daño” entre nosotros, algo que podría no parecer sencillo al tratar con personas diferentes y que a veces tienen posturas que parecen irreconciliables con las nuestras.
6 — No cometerás técnicas impuras
En realidad una especie de ramificación del segundo, tercer y quinto mandamientos: hacer por hacer es poco… tal vez deberíamos tratar de llenar nuestras técnicas con los principios y perspectivas en los que creemos, de modo que éstos se vean profundamente reflejados en ellas.
Una “técnica impura” es toda aquella que no incluya estos principios, por muy estética o digna de aprobación que parezca al prójimo… y exagerando, al romper este mandamiento Aiki… ¡existe el riesgo de quedarse ciego!
7 — No robarás grados
Todos comenzamos a practicar Aikido porque nos gusta, nos satisface… pero entonces “el hambre es aún más fuerte cuando se come”, y así tenemos la tentación de quemar, a veces, algunas etapas… creyendo que esto nos hará tocar nuestros deseados objetivos.
Nada podría ser más falso: el Aikido tiene un “timing” que debe ser respetado, que refleja lo que permitimos que convirtamos en una parte integral de nuestras vidas. Nos referimos no sólo a los aspectos técnicos, sino… más bien al ser conscientes de la conciencia del carácter.
Tal vez seamos capaces de realizar las técnicas muy rápidamente, si somos particularmente talentosos, pero hay procesos que no pueden ser apresurados.
Aunque no se debe generalizar, miraremos más bien con recelo a un quinto dan de treinta años, o a un sexto con menos de cincuenta…
¿Qué demuestra esta gente? ¿Lo bien que se mueven sobre el tatami? Fijémonos en su experiencia: ¿son una buena encarnación del noble arte que practican (y que tal vez enseñan) en su vida cotidiana?
Pero ¿por qué correr… cuando el único corredor, el único camino y el único objetivo… somos nosotros mismos?
8 — No dirás falso testimonio contra el Aikido que no conoces
Más común es la triste costumbre de los aikidoka de disparar a quemarropa criticando estilos y escuelas que no conocen directamente, pero que tal vez son visiblemente diferentes a la suya. ¿Por qué?
¿Tal vez debido a que al denigrar al otro tenemos la sensación de que la diferencia tiene algún valor?
¿Porque si no se hace esto debemos admitir que incluso aquellos que son diferentes a nosotros tiene algo bueno que enseñar?
Respondamos como queramos, pero la invitación es definitivamente para opinar (incluso para criticar) únicamente de lo que sabemos de primera mano, y no a través de algunos rumores o algún pequeño vídeo de YouTube…
9 — No codiciarás los grados de tu prójimo
En consecuencia con el mandamiento anterior: por lo general tendemos a querer obtener grados más altos que los que ya tenemos, pero ¿estamos seguros de que debemos perseguirlos por envidia?
Siempre hay un compañero de dojo, un profesor “rival” que tiene más talento, que tiene más posibilidades que nosotros para asistir a clases o para ir a entrenar… tal vez incluso que siempre llega antes que nosotros a obtener un grado o una posición deseada dentro del grupo.
¿En qué queremos convertirnos? ¿En una mera copia suya o en una manifestación de nosotros mismos al cien por cien? Y en este último caso, ¿por qué nos obstinamos en ver sólo nuestro vaso “medio vacío”?
Cada resultado obtenido es “nuestro” sólo si no nos lo merecíamos a fondo, y deseamos toda la felicidad a los que lo consiguen antes que nosotros… y nos centramos en lo único que realmente importa: ¡nuestro propio camino!
10 — No codiciarás el uke del prójimo
Es una práctica común entre muchos aikidoka el creer que nuestra pareja es culpable del 95% de nuestros fracasos, así que cuando hay alguien que le va bien a menudo oímos decir: “¡Por supuesto, con un uke como el suyo yo también lo hago así de bien!”
Esto es arrojar piedras y criticar la situación en la que nos encontramos en lugar de tratar de aprender de ella cómo mejorar.
Los practicantes que nunca superan esta etapa “adolescente” de la práctica –para su desgracia y la nuestra– también llegan a convertirse en maestros y, por lo general, mantienen ese retén de seguridad culpando a su mala suerte y criticando el buen trabajo realizado por otros colegas.
Este es precisamente el momento de empezar a desear “estudiantes de otros”, en el sentido en que se llegan a desarrollar oscuros subterfugios para extender la propia influencia (técnica, política, ligada al temor reverencial…) en aquellos grupos que, en cambio, muestran signos de excelente salud.
Un maestro que no tiene estudiantes deja al instante de ser un maestro y se convierte en un sencillo practicante (lo que, entre otras cosas, no es ninguna posición miserable) . Aquí generalmente comienza a conspirar para poner sus manos en “los estudiantes de los demás”.
Obviamente este es un juego que dura poco y en el que se hace más daño que los tibios resultados que se pretendían obtener, pero merece la pena discutirlo igualmente en beneficio de todos los que aún no están al tanto de este tipo de maestros y de su pernicioso comportamiento.
Nunca voy a entender porque insisten en complementar el aikido con ideas judías, católicas o cristianas u sobre todo mezclando el aikido con el satanismo de la yoga o del iaido. No saben cuanto daño hacen al buen aikido al confundir a los nuevos estudiantes
No entiendo el comentario. Nadie mezcla el Aikido con ideas religiosas más que, en cualquier caso, con el Shinto y el Omoto que el Fundador consideraba inseparables de su arte. Con respecto al «satanismo de la Yoga o del iaido» (sic.) quizá quiera ser más específico. ¿Satanismo?
En cualquier caso pienso que no estamos contribuyendo a hacer daño al buen Aikido confundiendo a nuevos estudiantes. Expresiones como «reptiliano» y «momia» al referirse a quién en cambio hace tanto por el arte sí es hacer daño y confundir. «Gran sapo» (sic.) dicen Vds…